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En "Inteligencia Artificial" (A.I. Artificial Intelligence, Steven Spielberg, 2001), la humanidad comparte su modo de vida con unos refinados y perfectos robots denominados "mecas" (de "mecánico"). Pero quieren ir un paso más allá y deciden crear un robot que tenga sentimientos. Por ello, crean al pequeño David (interpretado por Haley Joel Osment) con los sentimientos de cualquier niño. Pero ni el pequeño ni los humanos están preparados para sobrellevar los conflictos y emociones que puedan surgir con el paso del tiempo.
Spielberg resuelve magistralmente este proyecto, iniciado por Stanley Kubrick (director de grandes filmes como "La naranja mecánica" o "2001: Una odisea en el espacio"), aportando su pequeño gran toque personal, pero conservando el aura inquietante y oscura presente en cualquier película de Kubrick. Las dos partes completamente diferentes de la película convergen en un cuento de hadas final, inspirado en el mundo de Pinocho, de la única manera en que Spielberg sabe hacernos llegar hasta lo más profundo de nuestro corazón y nuestros sentimientos. Todo ello entretejido con la maravillosa banda sonora compuesta por el inigualable John Williams, hacen de esta cinta una obra totalmente perfecta.
Recuerdo haber visto, por primera vez, esta película el 20 de Marzo de 2012 sin poder despegar los ojos de la pantalla y preguntarme al final de la misma cómo había podido vivir tanto tiempo sin haberla visto. Emocionante y emotiva desde el minuto uno y llorando cual diluvio universal al final de la película. Es de esas películas que me han llegado hasta lo más profundo de mi persona y ha hecho que evoque los recuerdos más emotivos de mi infancia (y no tan infancia). Todo lo que diga de ella es poco y, por ello, es mi película preferida.
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