miércoles, 26 de marzo de 2014

Una suite doble con vistas en el Gran Hotel Budapest





Si tuviera que elegir tres adjetivos para describir "El Gran Hotel Budapest" (Wes Anderson, 2014), serían:

1. Original. La historia narra el robo de una pintura por parte del conserje del Gran Hotel Budapest (Ralph Fiennes) aunque le pertenecía por la herencia de la muerte de una huésped habitual (Tilda Swinton). Se centra también en la lucha de la familia de la fallecida por la codiciada herencia.

2. Divertida. El magnífico reparto, los inteligentes diálogos y todos los planos, zooms y montajes propios de Anderson. Es excéntrica, traviesa, romántica y amena. Pero esta firmada por Wes Anderson, como "Los Tenenbaums" o "Moonrise Kingdom". El reparto hace un trabajo impecable, desde el papel más principal como el de Fiennes hasta otros más secundarios, que rondan el cameo, como el de Bill Murray o Bob Balaban (recientemente visto en "Monuments Men"). Unos geniales Adrien Brody y Willem Dafoe o una enternecedora Saoirse Ronan son sólo algunos de los elementos más característicos de la película. El gran descubrimiento es el papel de Tony Revolori como botones, en prácticas, del hotel, que borda su actuación.

3. Elegante. Todos y cada uno de los 99 minutos de metraje. El reparto, la historia y los toques del director, ya analizados, y la Banda Sonora firmada por el genial Alexandre Desplat, autor de joyas de la música como "Philomena", "Argo", "El escritor", "El discurso del rey" o "El árbol de la vida". Melodías influenciadas por folk del este de Europa (Rusia, Hungría) dan el toque de distinción a la cinta y la hacen perfecta. El film no sería posible sin su Banda Sonora.

Es, sin duda, una de las películas imprescindibles de este 2014, lleno de interesantes estrenos.

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